Moral de la forma: los inicios literarios de Silvina Ocampo en un análisis de Judith Podlubne

El libro de Judith Podlubne, Escritores de Sur. Los inicios literarios de José Bianco y Silvina Ocampo, es un trabajo centrado en los inicios como escritores literarios de José Bianco y Silvina Ocampo. Podlubne analiza esas producciones en relación con una ‘formación cultural’: la revista Sur. Las formaciones culturales (Williams) son grupos/emprendimientos/proyectos que tienen un carácter menos oficial que las instituciones, pero que son muy importantes para la dinámica cultural.

Podlubne adelanta su hipótesis de partida, previa al análisis de las obras de los autores, de que en Sur hay dos morales del lenguaje:

La hipótesis que propongo en la primera parte de este libro extiende el consenso crítico y sostiene que en Sur convivieron y polemizaron, de un modo casi siempre implícito y asordinado, dos morales literarias antagónicas, cuyos valores principales informaron, de manera particular en cada caso, las distintas poéticas narrativas y ensayísticas de sus escritoresUna moral humanista, defendida por Victoria Ocampo, Eduardo Mallea y Guillermo de Torre, en estrecha sintonía con el debate de ideas que atraviesa la revista desde mediados de los años treinta, y una moral formalista con la que se identifican Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y su grupo de seguidores, en los ensayos, notas y reseñas, que publican dentro y fuera de Sur, sobre todo desde comienzo de la década del cuarenta. (PODLUBNE, 2011:17)

‘Moral de la forma’ es un concepto de Roland Barthes desarrollado en El grado cero de la escritura, que refiere a que en toda forma literaria hay siempre un valor. Barthes refiriéndose a las diferencias (el tono, la elocución, el fin, la moral, lo natural de su palabra) que separan las escrituras de autores como Mallarmé y Céline, Claudel y Camus, aun siendo escritores contemporáneos que hablaron el mismo estado histórico de lengua, define su concepto:

En efecto, estas escrituras son distintas pero comparables, porque han sido originadas por un movimiento idéntico: la reflexión del escritor sobre el uso social de su forma y la elección que asume. Colocada en el centro de la problemática literaria, que solo comienza con ella, la escritura es por lo tanto esencialmente la moral de la forma, la elección del área social en el seno de la cual el escritor decide situar la Naturaleza de su lenguaje. (BARTHES, 1972 [2015]: 20)

Las escrituras siempre son morales de la forma literaria: dicen cómo debe ser la literatura o cómo no debe ser. Patentizan el modo de pensar y de significar de la literatura en el maco que le da la Historia y la Tradición (mayúsculas de Barthes). Cuando un escritor comienza a escribir tiene frente a sí algunos posibles escriturales que se los da la tradición: no puede hacer algo completamente nuevo. En cierto modo su escritura es el resultado de su relación con el pasado de la escritura. Adoptar un posible u otro implica posicionarse en una moral de la literatura/de la forma y decir cómo la literatura debe ser. No hay literatura sin moral del lenguaje. Tanto en la escritura de la forma visiblemente trabajada, como en la escritura de grado cero (es decir, esa escritura llana en la que “no pasa nada”) hay una moral del lenguaje, en esta última la moral se basa en el valor de la neutralidad.

Podlubne sigue, entonces, esta idea de Barthes para pensar las escrituras que se gestan al interior del grupo de Sur.

Moral humanista

Los escritores más representativos de la revista fundaron sus juicios estéticos en esa suerte de humanismo difuso y general, vinculado a los existencialismos cristianos, que signó una fracción importante del pensamiento francés entre la primera y la segunda guerra mundial. (PODLUBNE, 2011: 19)

La pregunta acerca de la función del escritor y del arte en general encontró para los integrantes de Sur una respuesta categórica en la constelación de valores trascendentes, encarnados en las cualidades humanas excepcionales que distinguían al escritor como miembro de una minoría espiritual privilegiada. Hay en la caracterización que propongo del humanismo literario de Sur tres núcleos relacionados:

I. En primer término, el vínculo indisociable que esa moral proclama entre la “persona” y la obra del autor (el sentido y la importancia que la revista le otorga al concepto de “persona humana” deriva principalmente de la centralidad que posee en el personalismo francés); (es muy importante no solo lo que está escrito sino quien lo escribió)

II. En segundo término, la defensa de la libertad o independencia política del escritor y su compromiso irrenunciable con los altos valores del espíritu.

III. Por último, la adhesión a un modelo expresivo del lenguaje que presupone la existencia de una conciencia espiritual a la que este modelo le provee un medio de manifestación directo. Es decir, una escritura que nunca es demasiado enredada ni compleja, sino que tiende a ser una escritura transparente, una escritura donde lo importante es la vehiculización de ciertos contenidos o de ciertas ideas.

Integrada por: Victoria Ocampo, Eduardo Mallea y Guillermo de Torre.

Moral formalista

La moral formalista se ubica contra la moral humanista. Liderada por: Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares. Es una moral que tiene “menos el propósito de establecer unívoca o taxativamente qué deben ser la literatura o un género, que el de impugnar criterios de valoración que, favorecidos por las ideologías culturales de la época, se impusieron como dominantes” (Giordano en Podlubne (2011:21) Piensa a la literatura como un artificio formal, como una construcción del lenguaje. Rasgos de esta moral:

  • Valor del artificio
  • Interés por el procedimiento
  • Irreductibilidad de la experiencia literaria a cualquier valoración formalista o moral

Una vez que Podlubne establece estas dos morales al interior del grupo Sur, lo que hará es leer los inicios de Silvina Ocampo y José Bianco en relación con la formación cultural que es la revista Sur.

La hipótesis de Podlubne es que las obras iniciales de Silvina Ocampo son excéntricas en relación a las dos morales de Sur. Es decir, no pueden ubicarse ni en una moral ni en la otra. Implican un impulso centrífugo, se alejan de esas morales. Para Podlubne, Silvina Ocampo abre una alternativa a las dos morales del lenguaje dominantes en Sur.

De aquí la reseña en un tono enojado que hace su hermana, Victoria Ocampo, sobre su primera antología Viaje Olvidado, publicada por Sur. En esta reseña Victoria Ocampo le reprocha a Silvina el descuido con la lengua, en lo que respecta a las reglas y convenciones del español.

Silvina Ocampo

La cuestión de la voz: Podlubne señala que siempre la voz que narra es una voz extraña, que no entiende del todo lo que está narrando. Si bien se usa la primera persona, es una voz completamente diferente a la voz testimonial que aparece en los textos de la moral humanista, donde el “yo” es claramente definido y tiene algo que decir sobre el mundo. El “yo” en Silvina Ocampo es siempre turbio, no pude decir mucho porque no sabe mucho, adivina, especula. Esto marca ya una diferencia importante con los textos de la moral humanista.

Podlubne dirá que la extrañeza de esta voz narrativa que asume los relatos es el centro magnético de Viajes olvidados.

Esta voz rara se combina con la elección de puntos de vista poco convencionales, como son los de los niños, Podlubne dirá “los de los niños terribles”, los de los adolescentes, casi siempre de quienes no llegaron a la adultez.

Cielo de claraboyas

En Cielo de Claraboyas el narrador del cuento es una voz extraña que observa a través de las claraboyas de un techo que da a otra casa:

“Era la casa de mi tía más vieja adonde me llevaban los sábados de visita. Encima del hall de esa casa con cielo de claraboyas había otra casa misteriosa en donde se veía vivir a través de los vidrios una familia de pies aureolados como santos.”

El narrador entonces no ve claro, sino a través de la distorsión que genera el vidrio. La hipótesis de lectura de Podlubne es que el narrador de este cuento sea la niña Leonor que jugaba con Celestina antes, dadas las líneas finales del cuento que parecen funcionar a modo de comentario del relato:

“Celestina cantaba Les Cloches de Corneville, corriendo con Leonor detrás de los árboles de la plaza, alrededor de la estatua de San Martín. Tenía un vestido marinero y un miedo horrible de morirse al cruzar las calles.”

El relato es extremadamente visual. No hay ningún tipo de conexión lógica entre las oraciones. Las oraciones significan por continuidad. Funcionan como imágenes que se agregan una a la otra y tratan de construir un sentido que, de todos modos, es confuso:

“Se oyeron pasos endemoniados de botines muy negros, atados con cordones que al desatase provocan accesos mortales de rabia. La pollera con alas de demonio volvió a revolotear sobre los vidrios; los pies desnudos dejaron de saltar; los pies corrían en rondas sin alcanzarse; la pollera corría detrás de los piececitos desnudos, alargando los brazos con las garras abiertas, y un mechón de pelo quedó suspendido, prendido de las manos de la falda negra y brotaban gritos de pelo tironeado.”

Sintaxis descuidada: “No había nadie ese día en la casa de arriba, salvo el llanto pequeño de una chica (a quien acababan de darle un beso para que se durmiera, que no quería dormirse).”

Demasiada adjetivación, lo cual vuelve denso el relato.

Podlubne sostiene que todos los cuentos de Silvina Ocampo en Viaje olvidado se sitúan por fuera de las morales de Sur. Tanto de la moral Humanista, porque no se atiene a la normativa de escritura, las tramas son confusas, y no representa los valores humanistas y la perspectiva de transparencia y relación entre Autor y Obra, así como también de la moral Formalista, puesto que no busca construir la trama perfecta: son cuentos caóticos, extraños, no se sabe lo que están contando.

Silvina Ocampo demorará 11 años para volver a publicar un libro de relatos, y esta vez lo hará plegada a la moral formalista de Borges y Bioy Casares.

Referencias:

Barthes, R. (1972). El grado cero de la escritura. Buenos Aires: Siglo XXI editores.

Podlubne, J. (2011). Escritores de Sur. Los inicios literarios de José Bianco y Silvina Ocampo. 1a ed. Rosario: Beatriz Vitrebo editora, Universidad Nacional de Rosario.

Mi nombre es Anabella, soy de Argentinasoy profesora de español y examinadora del DELE.

Tengo un grado en lingüística y literatura de la lengua española (Letras). Actualmente, además de dar clases de español, continúo mi carrera como lingüista haciendo investigación en gramática del español y variación lingüística en la Universidade Estadual de Campinas (Brasil).

Anabella

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