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La Teoría de los actos de habla de Austin y el Principio de Cooperación de Grice: relaciones y contrapuntos

1. Introducción

La pragmática, a rasgos generales, es una disciplina que se interesa por la comprensión del funcionamiento de la lengua en los procesos comunicativos. Se trata, sin embargo, de un campo muy amplio, y bajo la etiqueta de “pragmática” conviven varias teorías y líneas de investigación diversas. Se discute aun si se la debe considerar una subdisciplina dentro de la lingüística, si se trata de un nuevo paradigma de investigación en los estudios del lenguaje (Alcaraz Varó, 1990), o si, por el contrario, estaríamos frente a una ciencia distinta de la lingüística, tal como proponen algunos investigadores europeos (Reyes, 2007:23). No obstante esta diversidad de enfoques, Escandell Vidal (1996) señala una cierta convergencia en lo que respecta al objetivo central de estas teorías: el estudio del lenguaje en uso.

La pragmática es, por tanto, una disciplina que toma en consideración los factores extralingüísticos que determinan el uso del lenguaje, precisamente todos aquellos factores a los que no puede hacer referencia un estudio puramente gramatical: nociones como las de emisor, destinatario, intención comunicativa, contexto verbal, situación o conocimiento del mundo van a resultar de capital importancia. (Escandell Vidal, 1996:14)

 

Los enfoques formalistas en el estudio del lenguaje han concebido las lenguas naturales como sistemas de códigos que emparejan, de manera convencional y constante, representaciones fonológicas y representaciones semánticas (significantes y significados en términos saussureanos). Por lo tanto, Escandell Vidal señala que la comunicación, desde esta perspectiva, equivale a codificar información: elegir las representaciones fonológicas que se corresponden con el significado que deseamos transmitir. Los estudios pragmáticos han señalado, sin embargo, que en muchas ocasiones lo que decimos no coincide con lo que queremos decir. Ejemplo de esto es el famoso texto de Voltaire que suelen citar los libros de pragmática, en el que “quizá” significa “sí” en una ocasión y “no” en la otra:

Cuando un diplomático dice sí, quiere decir «quizá»; cuando dice quizá, quiere decir «no»; si dice no, no es un diplomático. Cuando una dama dice no, quiere decir «quizá»; cuando dice quizá, quiere decir «sí»; si dice sí, no es una dama.

Voltaire (Voltaire en Escandell Vidal, 1996:15)

No obstante, las alteraciones en el significado de las palabras no son arbitrarias: no es posible cambiar el sentido de una palabra totalmente a nuestro antojo. Entonces, ¿de qué depende que lo que decimos y lo que queremos decir no coincidan en algunos casos? Preguntas como esta condujeron a lingüistas de finales de los años sesenta a ampliar modelos formalistas centrados en la sintaxis, como el de la Gramática Generativa, para dar lugar a enfoques centrados en el uso del lenguaje. Para ese entonces, el campo de la pragmática venía siendo desarrollado en el ámbito de la filosofía. Bertuccelli Papi (1996) realiza una cronología de los estudios pragmáticos, cuyos orígenes se encuentran en los estudios de filósofos como Charles Sanders Peirce, Charles William Morris, Ludwig Wittgenstein, John Langshaw Austin, John Searle y Herbert Paul Grice. En Cómo expresar claramente nuestras ideas (1878) de Peirce encontramos una de las primeras referencias a la pragmática. En este ensayo el autor introduce el término “pragmatismo” para designar su propia filosofía. El filósofo Morris retoma las ideas de Peirce en Fundamentos de la teoría de los signos (1938) desde la perspectiva de un encuentro entre pragmática y neopositivismo. Para Morris la pragmática es una de las tres dimensiones en las que se articula la semiosis – definida por Morris como proceso mediante el cual cualquier cosa funciona como signo –. La  investigación en el campo semiótico consiste en estudios de relaciones diádicas que contribuyen a la comprensión del proceso de semiosis, entre ellos el estudio de la pragmática refiere a la relación de los signos con los intérpretes, se ocupa del origen, del uso y de los efectos de los signos sobre el comportamiento.

Otra contribución importante para el campo de la pragmática es la del filósofo Wittgenstein. En Investigaciones filosóficas (1941) el autor argumenta sobre la idea del significado como uso: “el significado de una palabra es su uso en el lenguaje”. Se trata de un uso individual, socialmente coordinado y regulado. El uso se inscribe en el conjunto de actividades en las que se articula el comportamiento humano y que son capaces de dar un sentido a las expresiones verbales.

Bertuccelli Papi señala que estas ideas de Wittgenstein tienen una gran proximidad con las del filósofo John Langshaw Austin, a las cuales posiblemente hayan influenciado. Austin (1911-1960) es considerado el iniciador de la pragmática moderna (Reyes, 2007:31). Expuso sus ideas mayormente en sus clases, seminarios y conferencias, que fueron publicadas en sus obras póstumas. Cómo hacer cosas con palabras (1962), recoge una serie de conferencias de Austin dictadas en 1955 en la Universidad de Harvard en las que presenta su Teoría de los actos de habla que será de central importancia para el campo de la pragmática y la filosofía del lenguaje ordinario. Esta teoría es luego reelaborada por su seguidor, John R. Searle (1969).

En este trabajo desarrollaremos el concepto de acto de habla de Austin y estableceremos semejanzas de esta propuesta con la del Principio de Cooperación de Herbert Paul Grice, que ejerció, de acuerdo con Bertuccelli Papi, gran influencia en la investigación pragmática a partir de su publicación en un ensayo de 1957, revisado en 1975. Tanto la Teoría de los Actos de Habla de Austin como el Principio de la Cooperación Grice son teorías que defienden el estudio de la comunicación ordinaria con el argumento de que la ambigüedad y la imprecisión son una parte esencial de la comunicación humana, y que el lenguaje no puede estudiarse aislado de su (imperfecto) uso cotidiano (Yus Ramos, 2003). Esta posición supone un punto de inflexión decisivo en la historia de la filosofía del lenguaje y los estudios lingüísticos, ya que contrasta con las concepciones formalistas, anteriores a los autores, que se interesaban únicamente por los enunciados pasibles de ser verificados como verdaderos o falsos.

Nuestro trabajo se organiza del siguiente modo. En el apartado 2 desarrollaremos las principales categorías de la Teoría de los actos de habla de Austin. En el apartado 3 presentaremos el Principio de Cooperación de Grice y sus máximas. En el apartado 4 estableceremos relaciones entre aspectos del planteo de Austin y la propuesta de Grice. Finalmente, en el apartado 4 expondremos breves conclusiones.

1. La teoría de los Actos de Habla

Como hemos referido, La Teoría de los Actos de Habla es la propuesta de mayor interés de la obra de Austin. En Cómo hacer cosas con palabras (1962), Austin analiza los usos del lenguaje corriente y sienta las bases de su teoría.

La teoría de los actos de habla se basa en la idea de que el lenguaje no solo sirve para describir el mundo, sino que con él también se realizan ciertas acciones, además de la de decir algo. La unidad básica de la comunicación no son entonces las palabras o frases, sino los actos de habla. Así, cada vez que empleamos el lenguaje, podemos transmitir una información (está nevando), pedir algo (cerrá la ventana, por favor), aconsejar (deberías ser más organizada), o demandar información (¿A qué hora nos juntamos?). En cada uno de estos casos realizamos actos de habla, es decir, hacemos cosas con palabras.

Inicialmente, Austin propuso la distinción entre enunciados asertivos o constatativos, aquellos estudiados por la filosofía del lenguaje, y enunciados realizativos o performativos. Los enunciados constatativos describen un mundo o estado de cosas y, por lo tanto, son pasibles de ser evaluados como verdaderos o falsos, como por ejemplo está lloviendo. En los enunciados performativos se hace exactamente aquello que se dice. En el enunciado te prometo que voy esta noche, hablar es hacer una promesa. La verdad en este tipo de enunciados es inverificable. De acuerdo con Austin, los enunciados performativos no son ni verdaderos ni falsos, sino solo afortunados o desafortunados.

No obstante, Austin canceló esta distinción inicial ya que planteaba problemas para distinguir límites precisos entre un tipo y otro de enunciado. De acuerdo con el autor, todos los enunciados, incluyendo los que  describen un estado de cosas, realizan actos de habla, aunque no tengan performativos explícitos. En el ejemplo de está lloviendo, se realiza el acto de afirmar, aunque el enunciado no contenga este verbo. Así entonces, Austin vuelve a considerar los sentidos en que “decir algo” es “hacer algo” y elabora la tricotomía de los actos de habla de acuerdo a la cual decir algo equivale a consumar tres actos simultáneos:

I. Un acto locutivo: es el acto de emitir sonidos (acto fonético), organizados en palabras y dotados de una estructura sintáctica (acto fáctico) en condiciones de expresar un sentido y una referencia (acto rético). Decir algo equivale a usar el lenguaje. Ej: en el enunciado me estás pisando el pie, la locución es el acto de emitir los sonidos que componen las palabras me, estás, pisando, el pie, en modo indicativo y referido a un determinado tiempo y lugar.

II. Un acto ilocutivo: es la intención con la que el hablante emite la locución, la fuerza del enunciado. En el ejemplo de me estás pisando el pie, la intención no es la de constatar un simple estado de cosas, sino la de protestar o advertir para que la otra persona pare de pisar el pie.  

III. Un acto perlocutivo: acto en el que se manifiesta la actividad de habla. Indica los efectos causados sobre los sentimientos, pensamientos y acciones de quien escucha, los cuales se logran por medio del acto de decir algo. En nuestro ejemplo, el hablante induce al interlocutor a dejar de pisarle el pie.

El reconocimiento de que todo acto locutivo va acompañado de actos ilocutivos y perlocutivos ayuda a explicar que en todo enunciado se lleva a cabo un acto de habla que lo asemeja a las acciones.

2. Grice y el Principio de Cooperación

Hebert Paul Grice, por su parte, propone un análisis del tipo de lógica que actúa y rige en la conversación para lo cual postula el Principio de Cooperación. Se trata de un principio descriptivo de lo que los hablantes esperan al establecer una comunicación con un interlocutor. Este principio queda establecido por Grice de la siguiente manera: “Haga que su contribución a la conversación sea, en cada momento, la requerida por el propósito o la dirección del intercambio comunicativo en el que está usted involucrado” (Grice, 1975:45). El Principio de Cooperación está compuesto de cuatro máximas cuyo incumplimiento produce ciertos efectos de sentido o ciertas “sanciones sociales”:

Máxima de Cantidad: la contribución debe ser todo lo informativa que se requiera, pero no debe ser más informativa de lo necesario.

Máxima de Manera: “sea claro”. Evite la oscuridad de la expresión, evite la ambigüedad.

Máxima de Relación: diga cosas relevantes (que tengan que ver con la situación comunicativa).

Máxima de Cualidad: la contribución debe ser verdadera. No diga algo que crea falso, no diga algo de lo que no tenga pruebas suficientes.

Tanto el principio como las máximas no son prescriptivos, sino condiciones de racionalidad que los hablantes aceptan de manera tácita y que, si son violadas, producen efectos de sentido en la comunicación. En esta línea, Grice establece una distinción entre “lo que se dice” o “el significado natural”, es decir, el contenido proposicional del enunciado, tal y como se entiende desde el punto de vista lógico y puede evaluarse sus condiciones de verdad, y “lo que se comunica”, esto es, el contenido que puede haber implícito de los enunciados y que el interlocutor deberá completar con su conocimiento de mundo, también llamado como “significado no natural” (Escandell Vidal, 1996:80). Esto último recibe el nombre de “implicatura” y se explican de acuerdo con los principios que organizan la conversación, esto es, de acuerdo con el Principio de Cooperación y las máximas.

3. Relaciones y puntos de contacto

En este punto podemos establecer una relación entre la tripartición del acto de habla de Austin y la distinción que realiza Grice entre “lo encunciado” y “lo comunicado”. El acto locutivo de Austin podría asemejarse a “lo enunciado” en Grice, puesto que se trata del acto de emitir sonidos, organizados en palabras y dotados de una estructura sintáctica en condiciones de expresar un sentido y una referencia. Luego, el acto ilocutivo de la Teoría de los Actos de Habla, refiere, como hemos señalado más arriba, a la intención con la que el hablante emite una locución. Esto podemos relacionarlo con las implicaturas de Grice, puesto que se trata de un significado que va más allá de lo simplemente enunciado. Si retomamos nuestro ejemplo de me estás pisando el pie, tal como hemos afirmado anteriormente, el enunciado no refiere simplemente un estado de cosas sino que realiza una queja e induce al interlocutor a dejar de pisar el pie. Este hecho se recoge tanto en el acto ilocutivo de Austin como en la implicatura para Grice.

Estas relaciones que hemos establecido son algunos puntos de contacto entre ambas teorías, que no deben interpretarse como equivalencias de categorías. Tanto la tripartición del acto de habla como las implicaturas de Grice, deben entenderse en relación y funcionamiento con las demás categorías que forman parte de cada teoría.

4. Conclusiones

La Teoría de los actos de habla de Austin ha sido de central importancia para los estudios pragmáticos, tal es así que sus ideas constituyen el fundamento de la pragmática moderna. La idea central de la Teoría de los Actos de Habla es que el lenguaje no solamente sirve para describir el mundo, sino también para hacer cosas. Así, Austin distingue tres actos que se realizan de manera simultánea cuando “decimos algo”: el acto locutivo que posee significado, el acto ilocutivo que posee fuerza y el acto perlocutivo que logra efectos.

Grice, por su parte, propone un modelo a partir de principios tácitos para el análisis de la interacción comunicativa. Con este modelo logra explicar cómo lo que efectivamente decimos no es siempre lo que comunicamos. En este aspecto es posible establecer un contrapunto entre la teoría griceana y la austiniana: interpretar lo que otro dice es reconocerle una intención comunicativa, más allá de lo que las palabras significan. Austin da cuenta de este aspecto con el acto ilocutivo en el que se manifiesta la intención del hablante, Grice lo hace desde a partir de su categoría de implicatura, que refiere al contenido implícito de un enunciado que difiere de su contenido preposicional.

Para concluir, resaltamos que tanto la Teoría de los Actos de Habla de Austin como el Principio de Cooperación de Grice con teorías que supusieron un punto de inflexión en la historia de la filosofía del lenguaje y la lingüística en tanto defendieron la importancia del estudio del lenguaje corriente que usamos en la comunicación ordinaria.

Bibliografía

Alcaráz Varó, E. (1990). 3 Paradigmas de la investigación lingüística. Alcoy: Marfil.

Austin, J.L. (1962). Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona: Editorial Paidós, 2016.

Bertuccelli Papi, M. (1996). ¿Qué es la pragmática? Buenos Aires: Paidós.

Grice, H.P. (1975). “Logic and conversation”, en P. Cole y L. Morgan (1975), pp. 41-55.

Escandell Vidal, M.V. (1996). Introducción a la pragmática. Barcelona: Editorial Ariel, S.A.

Morris, C. (1938). Fundamentos de la teoría de los signos. Traducción de Rafael Grasa. Barcelona: Editorial Paidós.

Peirce, C. S. (1978). “Cómo expresar claramente nuestras ideas”. En Charles S. Peirce. El hombre, un signo (El pragmatismo de Peirce), traducción, introducción y notas de  J. Vericat. Barcelona: Crítica, 1988, pp. 200-223.

Reyes, G. (2007). El abecé de la pragmática. Madrid: Arco Libros S.L

Searle, J. (1969). Actos de habla. Madrid: Cátedra, 1980.

Wittgenstein, (1941). Investigaciones filosóficas. Traducción, introducción y notas críticas de Jesús Padilla Gálvez. Madrid: Editorial Trotta, 2017.

Yus Ramos, F. (2003). “El Principio de Cooperación de Grice” en Cooperación y Relevancia: dos aproximaciones pragmáticas a la interpretación. Alicante: Publicaciones de la Universidad de Alicante, pp.78-135

 
 

 

 

Mi nombre es Anabella, soy de Argentinasoy profesora de español y examinadora del DELE.

Tengo un grado en lingüística y literatura de la lengua española (Profesora de Letras), por la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina.

Actualmente, además de dar clases de español, continúo mi carrera como lingüista haciendo investigación en gramática del español y variación lingüística en la Universidade Estadual de Campinas (Brasil).

Comparto mis escritos sobre literatura, lingüística y antropología en esta página web, además de mis unidades didácticas para aprender español.

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